Anboto: Mari, Sugar y el origen de las tormentas...

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El monte sagrado Anboto era la morada favorita de la diosa Mari.
En la parte este cerca de la cumbre había una cueva donde la diosa vivía despreocupada. Cuando hacía buen tiempo, la Dama de Anboto, como la llamaban los mortales, se sentaba en la entrada de la cueva a peinar su larga cabellera rubia con un peine de oro.
Cada siete años cambiaba de morada surcando los cielos convertida en una luz brillante, y según en qué monte estuviera llovía o había sequía. Tenía el dominio de las fuerzas del clima, y le gustaba castigar la mentira, el robo y el orgullo entre los mortales.
Estaba locamente enamorada de Sugar, dios que tenía el dominio de crear o de destruir, y que vivía a su vez en la cueva de Amunda. 


El día en el que Sugar y Mari se vieron por primera vez los dos se enamoraron locamente el uno del otro. Fue un flechazo inevitable. 
Pero sus obligaciones de dioses les impidieron mostrar su amor en aquel instante, cada uno de ellos debía regresar a su cueva. No dejaron de pensar el uno en el otro. 
Mari suspiraba dando vueltas por Anboto, olvidándose de no dejarse ver por mortales…Sugar a su vez destruía rocas que encontraba a su paso, sin ningún sentido, lleno de deseo. Tenía que encontrar una excusa para poder ausentarse de su cueva y sus obligaciones de dios. 
Sin excusa y sin poder evitar el deseo tan fuerte que sentía por volver a verla, se acercó al monte Anboto. 


Era viernes, las brujas preparaban un akelarre multitudinario y las nubes estaban posadas sobre la cima de Anboto, era perfecto, pensó el dios, así nadie le vería entrar en la cueva para ver a su amada Mari.
No se lo pensó dos veces, cruzo las nubes que ocultaban la cima de Anboto y entró en la cueva, sorprendiendo a la enamorada Mari.
No hubo palabras entre ellos. Se hicieron el amor apasionadamente. Y de su encuentro engendraron las tormentas.



Es por ello, que desde entonces, cuando las nubes se posan sobre la cima de Anboto, se sabe que Sugar visita a Mari, y siempre que esto ocurre, hay tormentas…


Texto: Animal Culture (Jesika Martinez-Alcocer)
Fotografía: Animal Culture (Jesika Martinez-Alcocer y Eduardo Acebedo.)
Todos los derechos reservados.


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3 comentarios:

  1. Bonita historia, ayer Sugar visitó a Mari.

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  2. Me hizo recordar a la historia, eso si, esta con final trágico del amor furtivo del monje de la isla de Izaro.
    En la Isla de Izaro, se cuenta la leyenda de un joven monje que vivía en una comunidad de frailes en aquel lugar. Dicho religioso se enamoró de una muchacha que residía en un caserio
    enclavado junto a la costa. El joven cruzaba a nado el
    trozo de mar que separaba la isla de la costa todas las
    noches para reunirse con su amada. El fraile se guiaba
    por una luz que su enamorada colgaba en una de las
    ventanas de su casa. Pero una de las noches, un familiar
    se percató del encuentro furtivo y decidió cambiar de
    lugar la luz. El monje confiado se dirigió hacia la luz,
    pero ésta brillaba fuertemente entre rocas y oleaje. Su
    cuerpo fue a dar contra los rompientes y el enamorado
    murió. La leyenda cuenta que el cuerpo fue hallado
    destrozado y devorado por las aves marinas.

    Igual te inspira una cami.

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  3. Tomo nota ;) eskerrik! gracias!

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