La Reina Saba

/
0 Comments


La ciudad había dado paso al otoño como si durante meses no hubiera salido el sol, el verano se había convertido ya en un nostálgico recuerdo.
El incesante ruido del movimiento habitual junto con la falta de luz y la lluvia constante, dejaba un triste fin de semana por delante.
El viernes se presentaba desolador, sin ganas, y ella decidió quedarse en casa, peli y manta pensó, el mejor plan para un día de frío y lluvia en Bilbao.

Todo fue bajo lo previsto, y al finalizar la película el sueño se apoderó de ella.
Entró en la habitación con intención de acostarse y en el silencio de la madrugada no pudo evitar oírlo. El llanto exterior se apoderó del espacio. Lloraba llamando a su madre con maullidos desesperados.

Se asomó por la ventana intentando localizar al gato que lloraba sin cesar, estaba cerca, era pequeño, ¿pero dónde?, ¿y su madre?, ¿dónde estaba?, ¿habría ido a por comida?, volvería… tantas preguntas se agolparon en su cabeza… abrazó a su gato Ioko, y pensó en positivo, seguro que su madre vuelve pronto.
Cerró la ventana, seguían los llantos… Ioko se acurrucó a su lado ronroneando, acarició durante un largo rato su suave pelaje y  el cansancio se apoderó de ella, consiguiendo así entrar en un profundo sueño.

Amaneció sábado y el día transcurrió sin grandes acontecimientos, la lluvia no dio tregua, después de algún que otro recado quedarse en casa seguía siendo el mejor plan.
No dudó en repetir el plan del viernes y hacer sesión de cine doble en casa.
Ioko le acompañaba feliz siendo el rey de la casa hecho un ovillo sobre sus piernas, proporcionándole calorcito y mucho amor.

Finalizó la sesión y se arrastró hasta el cuarto con ganas de dormir, después de cepillarse los dientes y acabar en el baño, entró en la habitación a oscuras y…una vez más… ahí estaba: el llanto ensordecedor rompía el silencio de la noche.
El pequeño gatito lloraba llamando a su madre en gritos desesperados…
Su madre no había regresado, le habrá pasado algo, ¿donde estará?, ¿habrá ido a por comida?, tiene que regresar pronto, un gato no puede estar más de dos días sin comer, puede morir, volverá, seguro que vuelve, y si han atropellado a su madre, no, seguro que está buscando comida y vuelve, tiene que volver, sí, bueno seguro que mañana ya no está, además es un gato callejero y tienen miedo a los humanos, no se dejan coger, su madre volverá, seguro, sí… los pensamientos se agolpaban en su cabeza mientras sus maullidos quedaban registrados en lo más profundo de su interior sin poder permitirle descansar… pobre gato, con lo que llueve, y el frío que hace, bueno mañana su madre volverá… entre pensamiento y pensamiento el sueño y el cansancio fueron apoderándose de ella y al final se durmió.

El domingo amaneció con los sonidos habituales de la ciudad, al despertar, abrió la ventana, ¿estás ahí pequeño?,  ¿ha vuelto tu madre?, …intentó afinar el oído entre todos los ruidos para ver si por fin su madre había vuelto…estaba preocupada, y entonces lo oyó… sí,  ligeramente pudo oír sus desesperados maullidos… vaya, aún no ha vuelto, creo que a tu madre le ha pasado algo.
Ya no pudo quitárselo de la cabeza en todo el día…tiene que volver, hoy sin falta tiene que volver, han pasado dos días, el gatito no va a resistir mucho mas, necesita comer… Esperó impaciente a que llegara la noche, en cuanto oscureció no pudo aguantarlo más, sabia que no se iba a dejar coger, pero decidió ir en su busca para poder darle algo de comida, si no comía no iba a poder sobrevivir.
Al ser de noche, la ciudad se preparaba para el descanso y sin ruidos, le era posible oír con mayor claridad. Solo a través de los maullidos podría encontrarlo.
Bajó a la calle con comida decidida a calmar su necesidad. Se guió por el sonido de sus maullidos y lo encontró fácilmente.
Ahí estaba, acurrucado contra la esquina de un taller abandonado maullando sin cesar.
El gatito se asustó al verla, pero su debilidad le impidió huir, ya no podía moverse, tiritaba de frío, estaba mojado y sucio, solo maullaba en un grito desesperado por salvar su vida y volver a encontrarse con su madre.
Ella se quitó el chubasquero y lo cogió, era tan pequeño que entraba en una sola mano. Justo en ese instante, sus miradas se encontraron.
Al entrar en contacto con el calor cesó de maullar y pudo cerrar los ojitos unos segundos para disfrutar de la primera caricia de su mama… pequeña,  ya ha llegado tu madre… le susurró.
Sí era una pequeña y linda gatita. La revisó con cautela, ella tenía miedo de que pudiera estar herida, pero no, estaba perfecta, sí perfecta, una linda gatita repleta de pulgas y garrapatas, hambrienta y afónica de luchar por salvar su vida.

Esa noche, después de una buena limpieza, durmió placenteramente envuelta en su mantita roja toda la noche sin decir ni miau, y al día siguiente tuvo su primera visita al veterinario.
Esa noche, como pudo comprobar Ioko al asomarse al baño con cara de “¿qué está pasando aquí?, ¿quién es esa que va a destronarme como el rey de la casa?”… nuestras vidas cambiaron para siempre.


Ioko y Saba


Su nombre es Saba.
De pequeña era alegría y locura todo el tiempo, sus juguetes siempre andaban desperdigados por ahí.
Robaba comida.
En sus lugares favoritos escondía tesoros que robaba de la basura y a la ama, que siempre acababan apareciendo.
Con el tiempo se ha calmado.
Ella es lo más delicado que conozco.
Sutil.
Suave.
Preciosa.
Fuerte, tan fuerte que es capaz de abrir puertas de armario correderas cerradas con velcro... (le encanta entrar en los armarios y tirar la ropa limpia fuera).


Es una intrépida cazadora, caza ratones de colores que trae como trofeos, pelotas, y moscas que he salvado de una muerte segura.
Durante los primeros años de su vida y hasta hace bien poco ha sido una charlatana incansable. Ha tenido largas conversaciones con su familia.
Cuando tiene hambre te lo hace saber con maullidos firmes y exigentes, enseñando sus colmillitos.
Te sigue a todas partes y siempre quiere estar encima mío, le encanta dormir conmigo.
Su obsesión por la comida no me ha dejado dormir una noche seguida los últimos 8 años hasta que he descubierto un dispensador programado que es una maravilla. Estamos a dieta desde hace algunos años y cada vez que vamos a pesarla a engordado unos gramos...pero lo conseguiremos!! 



Siempre aprovechaba la ceguera de Ioko para llegar la primera donde la ama y coger el mejor sitio, pero también le orientaba con su cuerpo para que él, casi ciego, no se cayera de la cama. Le quería con locura, y lo limpiaba con lametones a menudo.

La muerte de Ioko fue algo insoportable para ella. Poco a poco va recuperándose de la pérdida, aunque le ha hecho cambiar el carácter, ahora es menos charlatana y más mimosa todavía, adora dar y recibir besitos.



Ella es adorable, maravillosa, el mejor regalo del destino, lo más bonito de mi vida y la perfección más absoluta.
Mi reina Saba, mi pequeñita, mi vida.



No compres, adopta.

Texto y fotografía: Jesika Martínez-Alcocer/ Eduardo Acebedo.
Todos los derechos reservados.










You may also like

No hay comentarios:

Animal Culture Marca Registrada. Con la tecnología de Blogger.

Translate

Video Of Day